HISTORIA
El declive del San Bernardo tradicional empieza con la riada de los años sesenta. A partir de ese momento, la dejadez de los propietarios en los deberes de conservación de las viviendas se hace cada vez más patente y crece con los años, actitud que propició el deterioro -o incluso, en muchos casos, la ruina- de las mismas.
Pero a finales de los años ochenta el barrio empieza a revalorizarse, especialmente con la reforma del ferrocarril en 1992. Su entorno es ocupado con celeridad por edificios de oficinas y viviendas de lujo. La consiguiente especulación se ceba con la población ‘autóctona’ de San Bernardo y desencadena un proceso de desalojos y demoliciones de viviendas tradicionales. Éstas poco a poco van siendo sustituidas por las de de lujo y aparecen nuevos vecinos de clase pudiente que van desplazando a la población humilde que históricamente se había asentado en la zona.
Actualmente, hay once familias del barrio de San Bernardo luchando por el derecho al arraigo y contra la violencia urbanística especulativa que enriquece a unos pocos mientras hipoteca y desahucia a una mayoría.